El proyecto de piscina cubierta, en el caso que nos ocupa, está ligado a la investigación del espacio interior y la relación con el lugar procede precisamente de la concepción y la respuesta que el proyecto da a este espacio.

El juego de transparencias y de reflejos entre las distintas superficies vidriadas y el agua recrean, junto a la iluminación, una atmósfera sugerente y repleta de secuencias no siempre inmediatas que, aunque se adivinan, es necesario descubrir.

Por su naturaleza, las piscinas cubiertas implican el recurso a una estructura importante en términos cuantitativos y cualitativos, cuya presencia suele resultar “abrumadora” y en todo caso extremadamente condicionante. En nuestra propuesta se ha ensayado la supresión visual de la misma en aras a reconocer el hecho espacial en términos más unitarios y sugerentes, más puros. La cubierta se quiebra de una manera sólo aparentemente caprichosa, y el espacio interior se “esculpe” generando divisiones que establecen límites físicos aunque no visuales entre gimnasio y piscina. La estructura no aparece en su dimensión y queda oculta en el espesor de la cubierta la cual, desde el interior, y perforada por profundos lucernarios, adquiere una dimensión “etérea” y ligera que ayuda a configurar un espacio mágico y continuo.

La propuesta impone la manipulación permanente de la luz y de sus efectos en términos espaciales. La primera idea es la utilización del agua como elemento capaz de apropiar y materializar la luz. Por eso ésta se introduce lateralmente, rasante con la superficie de los vasos, o bien cenitalmente. El volumen de gimnasio que “levita” sobre el conjunto se atraviesa con unos tubos de luz, traslúcidos, que además de contribuir a esta materialización física de la luz permite conducir la misma hasta la superficie de agua existente en el nivel inferior.

El proyecto tiene algo de “inmensa tienda de campaña” que cubre un espacio lúdico, lleno de agua, y que bien pudiera haber existido desde hace tiempo. Un espacio de agua que forma parte de un lugar y que acaba abriéndose hacia el parque adyacente a través de grandes superficies vidriadas que diluyen la transición entre interior y exterior.