Identidad

Identidad


La identidad como concepto implica una cierta idea de distinción, de una singularidad que busca identificarse con unos rasgos propios.

La distinción sólo es posible en referencia a la homogeneidad que implica el contraste. Ambos se necesitan. Ejemplo por excelencia es la ciudad, crisol donde la singularidad y su ausencia se mezclan dando lugar a la identidad colectiva. Los edificios más destacados, los hitos urbanos, los grandes espacios públicos… se significan por contraste con la homogeneidad de la mayor parte de lo construido, del ‘magma’ que delimita el vacío y lo estructural como parte del conjunto urbano. El resto de edificios también adquieren su identidad aunque sea unida a lo colectivo e histórico, aspectos éstos que sustentan los barrios y los crecimientos urbanos. Se trata de una singularidad anónima, más callada y sutil, pero que contribuye también a la configuración de los signos identitarios de la ciudad que les da carácter. En definitiva, la ciudad es un mecanismo perfecto de pesos y contrapesos que ponderan y matizan el juego de las identidades. Los cánones y estilos unánimemente aceptados —cuando existían— ponían freno a posibles ‘excesos de identidad’. Las singularidades arquitectónicas tenían un sentido de primus inter pares, excepciones dentro de una norma que garantizaba la identidad básica y común.

Hoy la ausencia de referencias y valores compartidos ha llevado a la pérdida del sentido de identidad de los edificios. Esto se manifiesta en la persecución de lo ‘icónico’, casi siempre simple singularidad u oportunidad para sorprender. Identidad no es sinónimo de novedad; la identidad está ligada al contenido y al pensamiento. Por otra parte, falta interés por hacer algo que supere ‘lo esperado’, por asumir el cierto riesgo que implica ‘lo bien hecho’.

El proyecto de la calle Josefa Varcárcel se origina desde su anodino entorno, rodeado de edificios de oficinas acristalados que no tienen otro objetivo que proveer de superficie ocupable, y sin ninguna voluntad de representar a las entidades que los construyen. Consciente de esta realidad, el proyecto busca recuperar el espíritu de los primeros edificios de oficinas, que procuraban orgullo a aquellas entidades que los promovían.

Dada la sencillez y eficacia de la planta, con núcleo central y perímetro libre, el edificio centra sus recursos en tres elementos: el escalonamiento, la composición exterior basada en una doble fachada, y el espacio intermedio, que protege y otorga cierta intimidad. El lienzo exterior, de composición ordenada y tintes clásicos, pretende rememorar los primeros edificios de oficinas. Un homenaje a Hoffman.