Industrialización

Industrialización


La industrialización es algo ya inevitable. El espíritu moderno de visionarios como Jean Prouvé o Buckminster Fuller se ha instalado para permanecer, quizá no de forma tan optimista, pero sí con una voluntad pragmática. Factores sociales, pero sobre todo tecnológicos —especialmente el desarrollo de la robótica—, implicarán sin duda la transformación de los procesos constructivos. El ensamblaje más que la construcción, la utilización de elementos completamente industrializados con una importante reducción del factor trabajo y el desarrollo de nuevas logísticas conducen a una realidad que pronto estará normalizada. A ello se une la búsqueda de la eficiencia energética y el equilibrio medioambiental, el desarrollo de nuevos materiales y la revisión de los tradicionales, y una nueva organización de los procesos de la ingeniería y la arquitectura.

Lejos de limitar la libertad creativa, esta realidad abre todo un mundo de posibilidades. La industrialización garantiza una elevada calidad constructiva y una gran precisión presupuestaria. Y, sobre todo, permite hacer realidad el principio de ‘democratización’ que inspiraba a los arquitectos modernos. La arquitectura de calidad ha de ser patrimonio de todos.

La industrialización se ha asociado tradicionalmente a la repetición, a la producción masiva y anónima basada sólo en criterios de eficacia y costos. Esta idea provocó una reacción de búsqueda de lo específico y lo propio como signo de identidad, así como la reivindicación de lo artesanal, del detalle como forma de expresión y distinción. Eficacia versus creación, ese era el dilema. Esta situación ha cambiado hoy al hacerse compatibles los dos objetivos. Ya no es necesaria una producción ‘masiva’ para garantizar calidad y costes ajustados. Las sucesivas ‘revoluciones’ tecnológicas aplicadas a la industria han generado procesos que posibilitan una industrialización ‘a la carta’ sin costes extraordinarios.

En las viviendas de Valdebebas se aplican, de forma primaria, estas ideas, particularmente en los huecos de fachada, industrializados con todos sus componentes. Igual se procede con los despieces del material de fachada, adaptando el dibujo al aprovechamiento casi total de las piezas fabricadas con dimensiones estándar. Sólo así se logra una calidad técnica y de ejecución muy superior a la usual en este tipo de viviendas, y de otro modo imposible en términos presupuestarios. En este proyecto es el espacio público el que dota de sentido al conjunto, permitiendo variadas y ricas perspectivas. Sencillez y lógica constructiva junto a la búsqueda de una cierta riqueza urbana a pesar de tratarse de un polígono habitacional nuevo: tal era el objetivo del proyecto.