La propuesta para el proyecto de Centro de Nuevas Tecnologías en Santiago de Compostela, se basa en dos ideas fundamentales. La primera nace de la concepción del lugar y su proceso de adaptación topográfica. La segunda, de un sentido de lo eficaz. Eficacia que tiene que ver tanto con la premura con la que ha de ejecutarse el proyecto, como con el hecho, estrictamente funcional, de que el edificio resultante puede ser susceptible de una variación programática a lo largo de la vida del centro.
El edificio se propone en dos piezas paralelas separadas por un gran patio acristalado. La primera, apoyada en el nivel más alto de la topografía, más denso y macizo, se transforma de alguna manera en el cuerpo de contención del desnivel topográfico y contiene el acceso así como todos los usos que pudieran calificarse como usos “sirvientes” a las funciones docentes y principales del edificio (control, administrativa, servicios e instalaciones en subsuelo). El segundo, apoyado en el nivel más bajo del terreno y orientado al sur, ligero y modular, reúne de manera ordenada y homogénea todos los usos de aulas y talleres, de manera que los mismos puedan dividirse o sumarse en función de los distintos requerimientos que cada coyuntura exija. Ambas piezas quedan comunicadas por una serie de puentes, más o menos anchos, que vuelan sobre un suelo ajardinado poblado de árboles.
Una pieza de mayor anchura, apoyada en ambos prismas, y situada junto al acceso de manera que pueda tener entrada directa desde el exterior, contiene el salón de actos. El terreno se introduce pues en el edificio, transformándose en jardín interior, y asume un papel referencial y organizativo importante en la medida que ordena todas las circulaciones del conjunto y permite desde éstas, especialmente en las plantas elevadas, vistas sobre el cercano monasterio de Gonxo.
La estructura supone la más importante reflexión constructiva. El cuerpo norte es el denso y son los muros de hormigón, alguno de contención, posteriormente revestidos de granito, los protagonistas. Pero es el cuerpo sur, más ligero, al que corresponde la búsqueda de la mayor expresividad formal a partir de lo estructural. Unos perfiles construidos con finos palastros metálicos, todo ello galvanizado y posteriormente atornillado como un mecano, desafiando las leyes de la esbeltez, se construyen como una “carcasa” exterior, independiente, sobre la que una vez ejecutada, se apoyan las losas interiores. Un homenaje indisimulado a Jean Prouvé.
Ciudad
Santiago de Compostela
País
España