Un complejo escolar en un área de nueva edificación en el exterior de Pamplona. Un área donde el diseño urbano ha primado el parque no sólo como mecanismo ordenador del conjunto de las viviendas, renunciando así a cualquier otra estructura urbana ficticiamente impuesta en un nuevo núcleo donde no existen preexistencias ni continuidades con la ciudad existente, sino que ha hecho que las dotaciones se localicen en el mismo como si de un «campus» universitario se tratara, dotanto a este parque ya con significación urbana, de contenido funcional que lo soporte y justifique esta. Un complejo escolar pues que no se construye sobre un solar, sino sobre un Parque ya ejecutado que «amablemente» permite la inserción en el mismo de un edificio que lejos de inhibirse pasará a ser un elemento más de su paisaje.
Además, el parque, las vistas, la luz, la comunicación con el exterior…, se relacionan a la perfección con escuela, niños, provocación sensorial… Como consecuencia de todo ello, el proyecto se estructura y organiza de una manera abierta.
Dos unidades, una infantil y otra primaria se localizan enfrentadas y separadas, unidas por pasarelas peatonales de madera que permiten comunicar y acceder a las zonas deportivas situadas en la zona central. Ambas, con distintas formas, se estructuran igual. La primera que se ha ejecutado es la unidad para infantiles. En ella un gran elemento lineal contiene los elementos de comunicación y accesos y se manifiesta opaco al entorno inmediato de las viviendas, y un peine, de elementos lineales o cuadrados según su función, se abren al parque incorporando a través de sus recorridos y su vidrio la visión de éste y la percepción de la luz.
Al exterior, el hormigón en los elementos lineales de comunicación manifiesta la opacidad. El vidrio, la chapa blanca, y el material cerámico blanco configuran los «peines» que albergan aulas, biblioteca, gimnasio, comedores, etc.
El gran bloque cuadrado, con el gimnasio a doble altura se prolonga en su planta de sótano a través de una gran superficie de vidrio y mediante una depresión voluntariamente provocada en el terreno con las zonas deportivas del exterior. De esta forma, el límite dentro-fuera todavía es más imperceptible.