La nueva ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias se integra en un conjunto urbano situado en el centro histórico de Oviedo, ocupando gran parte de una manzana próxima a la catedral y a espacios de alto valor simbólico para la ciudad. El museo ya contaba con el renombrado Palacio de Velarde, edificio renacentista de gran calidad arquitectónica, y con la Casa Oviedo-Portal. Sin embargo, el conjunto estaba deslucido por una construcción de los años 70, cuya futura demolición está prevista en una segunda fase del proyecto.
Para la ampliación se adquirieron varios edificios situados en la calle de la Rua, de escaso valor arquitectónico y con condiciones inadecuadas para usos museísticos, aunque su fachada formaba parte de la memoria urbana. La propuesta partió del análisis integral del museo, abordando la integración funcional de lo existente con lo nuevo y reorganizando servicios dentro del conjunto preexistente.
Una de las decisiones clave fue conservar las fachadas originales de la calle, eliminando el interior de los edificios para levantar una nueva construcción contemporánea detrás de este “telón urbano”. Esta fachada triple —histórica, vítrea y de la escalera interior— genera una rica superposición visual, donde pasado y presente conviven en un diálogo denso y simbólico. La escalera, situada paralela a la calle, permite ver el exterior a través de estas capas, reforzando la percepción del tiempo y la historia durante el recorrido del visitante.
Desde el exterior, el nuevo edificio se intuye a través de los huecos vacíos de las antiguas fachadas, que se presentan sin carpinterías, como si fueran ruinas. Esta solución, casi surrealista, contrasta la materialidad antigua con la transparencia luminosa del nuevo volumen, construido con vidrio y materiales minerales. La cambiante luz natural de Oviedo acentúa los reflejos y transforma continuamente el edificio, generando una atmósfera visualmente rica y adecuada a una institución cultural de gran relevancia.
El interior se organiza en torno a patios que respetan el esquema tradicional de la ciudad antigua. Destaca un gran vacío vertical que recorre el edificio en toda su altura, incluyendo los niveles de subsuelo. Este “pozo de luz” organiza recorridos, permite vistas cruzadas entre salas y expone la colección desde múltiples ángulos. Su diseño se relaciona con el patio central del Palacio de Velarde, estableciendo coherencia espacial entre lo antiguo y lo nuevo. Este espacio central acogerá exposiciones temporales.
La luz natural es el recurso fundamental del proyecto. Lucernarios construidos en zinc sobre la cubierta conducen la luz cenital hasta los niveles más bajos, reduciendo la necesidad de iluminación artificial. Los acabados en blanco y aluminio potencian los efectos lumínicos, creando un ambiente cambiante que responde a las condiciones de cada momento del día. Así, el proyecto logra fusionar historia y modernidad con sensibilidad, aportando identidad y calidad espacial al museo y a su entorno urbano.
Ciudad
Oviedo
País
España