El proyecto que se propone no sólo es una mediateca, no sólo es un programa. Se trata de un edificio que va a representar y a significar el esfuerzo de una comunidad por dotarse de un lugar de encuentro, un lugar donde el sentido de lo público del servicio y de las dotaciones, se unifica para convertirse en algo que represente el esfuerzo de Mourenx por dotarse de una identidad de progreso. Un edificio público es importante en la medida que “significa”. Y significa en la medida que integra.

El edificio es, en cierta manera, un gran espacio público. Pero no sólo si se entiende en términos de programa, que también, sino fundamentalmente porque la magnífica posición del mismo en la ciudad lo ha de convertir en un elemento fundamental en la ordenación de los espacios adyacentes, tanto de la plaza François Miterrand como del espacio situado hacia el otro lado, en el sur-oeste, entre los grupos de viviendas, que necesita de una transformación.

El edificio sigue básicamente la ordenación lineal de la parcela. Es el centro del edificio, el lugar de acceso, el que además de establecer una relación física y una continuidad visual entre la plaza de François Miterrand y los espacios situados entre las viviendas, genera una serie de espacios de acceso, de distribución interior que, con sus formas quebradas, enriquecen enormemente los lugares de relación en el interior del edificio. Dos volúmenes, uno que contiene la sala de exposiciones y el espacio multifuncional, y otro que contiene las zonas de restaurantes, se salen de la geometría lineal, significando por un lado el acceso, pero creando también espacios, que aunque exteriores, contribuyen a crear una continuidad entre el dentro y fuera que ha sido un objetivo del proyecto.