El lugar donde se sitúa el edificio no es demasiado sugerente en términos urbanos. Solo el parque del lado norte ofrece algún atractivo. Se hace por tanto necesario buscar la contextualización necesaria en todo caso, a partir de referencias más abstractas. Las geometrías de tradición árabe, presentes en los monumentos arquitectónicos de esta identidad, pueden ser un buen punto de partida. El pentágono, elemento de geometría simple, está en la base de la estructura formal del edificio. La planta y la sección, la organización espacial y la estructura mecánica que la sustenta, están en la base del desarrollo del proyecto.

El edificio a partir de la geometría del pentágono, adquiere una expresividad que se manifiesta en los potentes volúmenes del conjunto. Una plataforma que posibilita el tránsito entre lo construido y el parque sobre el que se apoyan volúmenes que emergen buscando la máxima capacidad de representación para el edificio. Esta es la imagen que se tendrá desde la autovía y la vega. Una imagen reforzada por el uso de cerámica dorada como único material para recubrir el edificio. Las piezas cerámicas, en una proporción pequeña, se verán sustituidas por algunas vítreas, de la misma dimensión. Estas, con la luz del sol, provocarán reflejos apreciables desde la distancia. Un juego material para atraer el “material” más importante: la luz. En el interior, la estructura de los cuerpos pentagonales y de madera laminada oscura, contribuirá a reforzar la intensidad espacial del conjunto, tal y como se utilizaban en estructuras musulmanas.

Las piezas de vidrio permitirán crear un punteado de luz que envolverá el espacio. Un poco como en los baños árabes. La sala, de madera clara y oscura, según los elementos, pretende, sobre todo, ser eficaz en términos funcionales y artísticos. La cerámica blanca será el material base con el que se tratarán los elementos verticales interiores. La proporción y la sobriedad son los dos conceptos básicos que han sido la base de su configuración.