El edificio es la “continuación” del cementerio. Ha sido la estructura en planta del cementerio la que nos ha dado la idea para la organización básica del crematorio. Su estructura se organiza en bloques claros, articulados por los espacios de acceso y los patios. Unos bloques que tienen que ver con la distribución del cementerio. Esta estructura de superficies aisladas es la que nos sirve también para formalizar la ampliación de la posible pieza de infraestructura añadida al cementerio. Unos muros organizan la relación entre el cementerio y el crematorio. Estos muros generan una continuidad rica y articulada entre ellos.

El crematorio ha de estar inspirado en los siguientes principios y conceptos.

• Capacidad simbólica y de representación: construye el último momento del cuerpo en este mundo.
• Silencio y reflexión: espacios capaces de evocar estos valores.
• Eficacia disimulada.

En este sentido consideramos que es muy importante dotar al edificio de un acceso representativo. Sencillo pero a la vez que exprese la dignidad de lo que ocurre en el interior. El proceso de acceso a través de la columnata y su portón, el patio abierto al cielo en el exterior, y el espacio de espera interior, ordenados según un eje longitudinal continuo, explican esta idea del acceso.

El edificio funciona con una extraordinaria claridad diferenciando los accesos y usos del personal que trabaja allí de los usuarios que lo visitan. En este sentido se ha estudiado cuidadosamente la llegada de los coches y su aparcamiento, así como las entradas de servicio de manera que hagan posible la independencia total de los citados circuitos.

Un elemento extraordinariamente importante es la luz. Es el manejo de la luz el que puede dotar al espacio de la especial cualidad relacionada con la intimidad y el silencio.