Plaza Dalí+
1999-2004
Madrid-España
23.090 m2
La Plaza de Dalí o Avenida de Felipe II más que una plaza resulta ser un espacio complejo, de gran valor en el contexto urbano del centro de Madrid. A pesar de ello se trata de un espacio mal pavimentado y muy deficitario, donde la estancia de los ciudadanos hoy resulta inconfortable. Otra realidad condiciona gravemente la solución. Unos grandes almacenes situados en la zona han ocupado toda la superficie del subsuelo con un aparcamiento subterráneo cuyos límites exceden incluso los de la actuación. La proximidad a la superficie de los mismos hace difícil la presencia de cualquier elemento arbolado. Una obra de Salvador Dalí, cuyo mantenimiento resulta obligado, se localiza en uno de los extremos de la plaza, justo delante del acceso al Palacio de Deportes de la ciudad recientemente transformado y que se sitúa en un extremo como fondo de la actuación.
La propuesta participa de un doble y simultáneo interés. A partir de la mejora, repavimentación y reestructuración del conjunto se persigue el objetivo de dotarle de una significación formal acorde con su importancia como espacio público central en la ciudad, pero también lograr un grado de confort que permita la apropiación y el uso por parte de los ciudadanos que hoy contemplan este sitio de una manera distante.
Sin olvidar la búsqueda de una imagen unitaria para el conjunto, la propuesta busca definir unas ciertas áreas acotadas en su dimensión que, simultáneamente, doten al conjunto de una escala más razonable que la que se deriva de las actuales dimensiones del espacio, a la vez que define ambientes más “particulares” que los ciudadanos pueden personalizar y ocupar incluso en las condiciones climáticas más difíciles. La unidad viene representada por el nuevo pavimento. Un pavimento “denso”, construido en granito y fundición de bronce, que incorpora de manera profusa la manifestación escultórica elaborada por el escultor Francesc Torres, así como las líneas luminosas de “leds” que dotan al conjunto de un nuevo orden geométrico y de riqueza visual. El pavimento, en este caso único instrumento con capacidad de transformación urbana, concentra la mayor parte de las decisiones de la intervención, adquiere una dimensión que va más allá de lo estrictamente material y secundario, y adquiere un valor conceptual y estratégico necesario cuando las otras dimensiones del espacio urbano ya están históricamente definidas (siendo imposible su modificación) y cuando el subsuelo ha sido vaciado en varios niveles (sin posibilidad de retorno).
La definición de los espacios acotados, de dimensión más grata y doméstica, a los que ya nos hemos referido, se formalizan a partir de unas superficies ajardinadas que, emergiendo e inclinándose desde el pavimento consiguen profundidad de tierra suficiente para contener vegetación y arbolado de hoja caduca así como mobiliario y bancos que hacen más fácil el poder “estar” y disfrutar del conjunto. Un objetivo permanente del proyecto ha sido ubicar arbolado a pesar de la inexistencia del subsuelo.
La luz como “material” de primer orden que ayuda a la nueva “configuración” propuesta es una constante. Nos hemos referido a su utilización como parte física del pavimento pero también se utiliza también en la transformación de los accesos al aparcamiento subterráneo, rodados y peatonales, cuya situación era invariable. Estos han sido convertidos en piezas iluminadas, importantes por su dimensión y situación, transformando un condicionante inicialmente molesto en elementos activos, formalmente cualificados, dentro de la nueva urbanización. Emergen del suelo, especialmente a la noche, como “minerales” de ficción que, una vez más, quieren hacer referencia a un subsuelo inexistente.
Avenida Felipe II, 28009 Madrid, España